Errores críticos de la terapia hormonal en menopausia

¿Es la terapia hormonal una buena idea? ¿Tenemos alternativas seguras?

En el video pasado explicamos evidencia de cómo la menopausia termina provocando problemas cognitivos e incluso aumenta el riesgo de sufrir demencia. ¿Podemos proteger de alguna manera nuestro cerebro? ¿Hay algo que se pueda hacer para minimizar los diversos síntomas asociados a la perimenopausia?

Empecemos por la comida

Como hemos platicado en videos como éste, la dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos, semillas y grasas saludables como el aceite de oliva, se ha asociado a numerosos beneficios para la salud como la reducción del riesgo de deterioro cognitivo, depresión, cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y cáncer.

En concreto, se considera que es posible que algunos alimentos con fitoestrógenos pudieran ayudar en este proceso de transición a la menopausia. La lógica detrás es que como los fitoestrógenos son estructuralmente parecidos al estrógeno, eso podría permitirles que se unan a los mismos receptores, ayudando a modular o imitar sus efectos.

Este es un tema que ha derivado en dudas, por ejemplo este artículo habla de la posibilidad de que a lo largo de la vida, los fitoestrógenos puedan, por el contrario, tener efectos adversos en la salud reproductiva aún en pequeñas dosis.

Pero hablando de posibles ventajas en su consumo durante los años en que las mujeres producen menos estrógeno… Este análisis que incluye datos de más de 19 mil mujeres de distintos países, encontró que el consumo frecuente de productos de soya (sin incluir su leche) correlaciona con tener menos síntomas como bochornos y sudores nocturnos frecuentes o graves.

Otros estudios como éste han buscado si otros alimentos que contienen fitoestrógenos pueden ser útiles en mujeres en proceso de perimenopausia o menopausia, y aunque los resultados sugieren una disminución en la gravedad de los síntomas como bochornos y sudores nocturnos… el efecto no es clínicamente significativo.

Además, hay autores que sugieren que los efectos dependen de variables como la etnicidad de la persona, sus niveles hormonales, el tipo de fitoestrógeno consumido y la fase de vida en que se encuentre… pero algo que encontré particularmente interesante es que también hay autores que sugieren que más importante que lo anterior… al consumir alimentos con fitoestrógenos son las bacterias “buenas” que tengamos en el intestino. Y hablan de la importancia de consumir alimentos ricos en Lactococcus, Lactobacillus, Enterococcus y Bifidobacterium.

Así que esta bien podría ser una buena razón adicional para consumir alimentos con probióticos como los que platicamos en este otro video.

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Estrés

Otra área que se ha explorado es el estrés.

Recordarás como platicamos en este video, que el estrés activa el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HPA), lo que provoca un aumento de la producción de cortisol, éste puede interactuar con otras vías hormonales, afectando potencialmente a los niveles de estrógenos. 

Es decir, los niveles elevados de cortisol derivados del estrés, PUEDEN suprimir la producción de estrógenos, y esto podría agravar síntomas como los bochornos y cambios de humor.

Lo contrario también parece ser cierto, que los niveles de estrógeno ayudan a MODULAR el cortisol.

El estrés además se asocia en nuestro cuerpo con algo llamado “estrés oxidativo” que en general es lo que buscamos combatir cuando tomamos alimentos con los famosos antioxidantes. Hay investigadores que sugieren que en conjunto, el estrés oxidativo y la deficiencia de estrógenos, contribuyen al desarrollo de la osteoporosis posmenopáusica.

Así que suena lógico que disminuir el estrés en nuestra vida sea útil.

Hay estudios donde se han evaluado intervenciones que ayudan a mejorar el estrés. ¿Recuerdas que también hablamos de mindfulness en este video? (miniatura)

En este estudio, se utilizó meditación y yoga como intervención en mujeres perimenopáusicas, encontrándose una reducción de síntomas depresivos y una mejora en la calidad de su sueño.

Este otro estudio, aunque pequeño, se enfocó en pacientes con cáncer de pecho. Se analizó si la práctica de mindfulness como intervención era útil. Las pacientes del estudio informaban tener síntomas menopáusicos, como bochornos y sudores nocturnos, y el 25% había experimentado un empeoramiento en la calidad de su sueño tras la terapia hormonal. El resultado del estudio sugiere que la práctica de mindfulness les ayudó a mejorar la calidad del sueño y mejorar la percepción de la imagen corporal. 

Por cierto que hablando sobre la calidad del sueño, como te decía en el video previo… el sueño en sí es un área importante que se ve afectada durante la perimenopausia. 

En este estudio pequeño, se analizó como estrategia de intervención la relajación muscular progresiva. 

Esta estrategia consiste en lograr la relajación centrando la atención en una actividad muscular acompañada de música para poder identificar los músculos tensos y lograr relajarlos. 

Se ha encontrado que la estrategia, además de ayudar a reducir tensión muscular, puede disminuir ansiedad y depresión, facilitar el sueño, reducir la fatiga, reducir la presión arterial alta y  mejorar la concentración.

Este meta análisis, tras analizar los resultados de diversos estudios, concluye que las intervenciones conductuales, en concreto, las estrategias de mindfulness y relajación, la terapia cognitivo-conductual y el ejercicio físico son tratamientos eficaces para mejorar los resultados del sueño entre las mujeres perimenopáusicas y posmenopáusicas.

Terapia hormonal

Dado que en el video previo explicamos cómo los síntomas de la perimenopausia y menopausia, así como sus asociados problemas cognitivos son consecuencia de la falta de estrógeno en el cuerpo femenino… sonaría lógico pensar que la solución sería la terapia hormonal pero la evidencia aquí aún no ha llegado a un consenso.

Hace más de 20 años, en el 2002 se hizo público un estudio que sugería que la terapia hormonal aumentaba los riesgos de cáncer de mama, cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y coágulos sanguíneos en mujeres posmenopáusicas. Esto llevó a un descenso en la utilización de estas terapias y por supuesto, a más análisis. Desde entonces, muchos otros estudios han contradicho esos resultados pero el miedo persiste.

Actualmente, lo que entiendo explica esos resultados y la postura actual, es lo que llaman la hipótesis de la ventana crítica. Esta sugiere que la administración hormonal suplementaria es útil para reducir problemas cognitivos, riesgo de demencia y otros, sólo si la terapia hormonal llega en la parte temprana de la menopausia. Típicamente antes de cumplir 10 años de la menopausia, antes de los 60 años de edad y cuando el tratamiento se suministra por un periodo de tiempo limitado.

Los riesgos asociados a la terapia hormonal se consideran poco frecuentes cuando el tratamiento considera estas limitantes que acabo de decir. 

Vale la pena considerar también que los riesgos asociados a la terapia hormonal son distintos dependiendo de cómo se suministre. Los tratamientos transdérmicos, como los parches, han mostrado ser más seguros, empezando porque como no pasa por la digestión, la concentración del agente activo que se administra es menor.

Este estudio concretamente, se identificó que la terapia hormonal iniciada en ese periodo reduce significativamente el riesgo de mortalidad por todas las causas y en el tema de eventos cardiovasculares, hablamos de menos de 10 eventos por cada 10,000 mujeres.

Obviamente la decisión de la terapia hormonal se debe tomar en compañía de tu ginecólogo y endocrinólogo.

Finalmente, un descubrimiento recientemente publicado sugiere que quizás tendremos en próximos años nuevas maneras de enfrentar ciertos problemas derivados de la menopausia. 

Desde hace años se sabe que los estrógenos intervienen en la regulación del desarrollo de la grasa. Normalmente, el estrógeno favorece la grasa subcutánea «sana»… ésta es la grasa que tenemos directamente debajo de la piel y no se asocian problemas de salud con ella… 

Al perder el estrógeno, aumenta la presencia de grasa blanca no sana. Esta es grasa visceral que se asocia al desarrollo de diabetes tipo 2, desórdenes metabólicos y contribuye a desarrollar enfermedades cardiometabólicas después de los 50 años.

Resulta que existe una proteína receptora y un gen llamado Cxcr4 que parece regular el comportamiento de las células madre, digamos que el Cxcr4 es el que le sugiere a la células madre que se conviertan en tejido adiposo. ¿Cómo sabemos eso? Porque en este estudio se manipuló genéticamente a ratones para apagar su Cxcr4. Al hacer eso, las células madre formaban menos tejido adiposo y parecían ser hipersensibles a las terapias con estrógenos.

En español, esto significa que potencialmente en el futuro podrían desarrollarse terapias genéticas que reduzcan riesgos cardiovasculares, que por supuesto aún hay quien teme, de manera que se facilite el uso de terapia genética en dosis bajas y seguras para más mujeres.

Conclusiones

  • No hay respuestas mágicas.
  • Algunos alimentos, como la soya, y los probióticos podrían ayudarte durante la perimenopausia.
  • Considera estrategias como mindfulness, yoga y otras formas de disminuir tu nivel de estrés que también pueden ayudarte a dormir mejor.
  • No le tengas miedo ciegamente a la terapia hormonal. Habla con tu ginecólogo y encodrinólogo de tus opciones.

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