“Soy Isabel Zendal Gómez, nací en Galicia en 1771, hija de una familia extremadamente pobre. A mis 13 años, falleció mi madre de viruela… una de las enfermedades más letales en la historia de la humanidad. Sólo en el siglo XX se estima que provocó más de 300 millones de muertes.
Fui madre soltera, muy trabajadora… llegué a ser la rectora del Orfanato de la Caridad de La Coruña, mejorando las condiciones del lugar desde colocar cristales en las ventanas hasta higienizar las instalaciones. Los niños que eran recogidos aquí lograban una segunda oportunidad. Sólo entre los años 1793 y 1795 se recogieron 171 expósitos.
En 1803… 21 niños del orfanato, mi propio hijo y yo, cambiamos el destino de millones de vidas al otro lado del mundo. Este año me convertí en la primera enfermera de la historia en misión internacional. Mi trabajo era cuidar con esmero y cariño a todos estos niños mientras llevábamos la primera vacuna en el mundo: la vacuna contra la viruela”
Déjame contarte cómo es que aparece en primer lugar esta vacuna. En 1796 el médico inglés Edward Jenner aprendió de una campesina que ordeñaba vacas que ella se se creía protegida de la viruela porque ya había contraído viruela vacuna
La viruela vacuna es una enfermedad normalmente leve y poco común en el ganado. Se puede contagiar de una vaca a los humanos por medio de las llagas en la vaca… esto hacía que el contagio de los campesinos que ordeñaban vacas no fuera inusual. Durante una infección, los humanos pueden presentar pústulas en sus manos, y quienes la padecen pueden contagiar la infección a otras partes del cuerpo.
Hoy sabemos que el virus de la viruela vacuna, la vaccinia, pertenece a la familia de virus orthopox donde entran el virus de la viruela de los monos y la viruela humana.
Pero volviendo a Jenner… ¿qué hizo cuando la campesina le dijo que ya no enfermaría de viruela? El 14 de mayo de 1796 Jenner decidió “inocular” a James Phipps, un niño de ocho años de edad, hijo del jardinero de su casa, con sustancia de una llaga de viruela vacuna extraida de la mano de Sarah Nelmes, quien se había contagiado ordeñando una vaca.
James desarrolló una costra. Experimentó algo de dolor y fiebre leve durante un día. Seis semanas después, Jenner inoculó al joven James con materia de viruela humana a ver si era cierto que había quedado protegido de la enfermedad.
James se mantuvo sano.
Jenner había demostrado que la materia de la viruela vacuna que se había transferido de una persona a otra, como una cadena humana, había brindado protección contra la viruela. Así nació la primera VACUNA de la historia, que se llama vacuna gracias a las vaquitas…
En 1801, Jenner publicó sus hallazgos en su tratado “»Sobre el origen de la inoculación de la vacuna”.. Cabe aclarar algunas cosas importantes:
- Hay razones para pensar que procedimientos similares fueron hechos por otras personas antes de que lo hiciera Jenner. Uno de estos métodos se llama variolación en que se exponía vía nasal al líquido del enfermo de viruela humana. Está documentada la historia de la londinense Lady Mary Wortley quien atestiguó este procedimiento en Constantinopla alrededor de 1715 y trajo la experiencia a Inglaterra haciendo variolizar a sus propios hijos. Esta práctica no era perfecta, había gente que también fallecía después de este procedimiento, aunque era menos frecuente el fallecimiento después de la variolización que por contraer la viruela… y
- Actualmente no sería aceptable hacer experimentos como el que hizo Jenner con el niño, pero el hecho de que validara que el niño inoculado no contrajo la viruela humana, aparentemente es la razón por la cual se le da el crédito de la aportación.
Volvamos a la historia de Isabel…
“Francisco Xavier de Balmis quien era el médico personal de Carlos IV, Rey de España, le convence de financiar la expedición sanitaria internacional con la cual él mismo, Francisco, llevaría la vacuna de la viruela a los territorios de ultramar. El Rey Carlos IV era particularmente sensible a esta causa porque una de sus propias hijas había fallecido de viruela.
En esa época no existían los frigoríficos. Ahí es dónde los 22 niños y yo fuimos las piezas clave. Los niños elegidos de entre 3 y 9 años no debían haber contraído la viruela aún y la inoculación se transmitiría de dos en dos cada 9 o 10 días, cuando aparecieran las llagas y reventaran liberando el líquido. Todo inició con un par de niños inoculados que separábamos del resto y hacia el final de su proceso patológico, tomábamos líquido de sus pústulas para inocluar a los siguientes 2 niños, y así sucesivamente. Los niños fueron los portadores vivos de la inoculación. No lo sabíamos en ese momento, pero mi hijo y yo no volveríamos a España jamás.”
El trabajo realizado por Isabel Zendal fue la verdadera clave del éxito de la expedición y lo que hace de ella el pilar fundamental de esta hazaña sanitaria. Sin sus infatigables cuidados no habrían llegado sanos los niños a su destino, sin niños sanos no habría vacuna, sin vacuna la expedición habría fracasado.
Los objetivos de esta expedición eran difundir la vacuna desde el Reino de España a todos los virreinatos ultramarinos, instruir a los sanitarios locales de las poblaciones visitadas para dar continuidad a la práctica de la vacunación a lo largo del tiempo, y crear “Juntas de Vacunación” como centros para conservar, producir y abastecer de vacunas activas para mantener la campaña de forma permanente. Isabel Zendal con su experiencia cuidando a los portadores de la vacuna, fue una pieza clave en la creación de las “juntas de vacunación”. Aquí nacen las grandes campañas de vacunación del mundo.
“El 30 de noviembre de 1803 zarpamos de La Coruña en la corbeta “María Pita” 59 personas. Imagínate tú ser quien debía cuidar a los 22 niños del barco, un barco de guerra de menos de 30 metros de largo, en el océano con mal tiempo… en un viaje que tomaría 6 meses para llegar a La Habana.
Además de la tripulación del barco, me acompañaban también otros tres médicos además de Balmis: José Salvany, Antonio Gutiérrez y Manuel Julián Grajales, así como 6 enfermeros. Luego de vacunar en Tenerife… fuimos a Puerto Rico y Venezuela. Aquí la expedición se dividió, Balmis y yo seguimos a Cuba y México, mientras Salvany y Grajales se dirigieron a Colombia, Perú, Buenos Aires y Chile.
En México se establecieron numerosas juntas a lo largo de todo el Virreinato y Balmis junto con la fracción de la expedición a su cargo donde seguí trabajando. Porque no siendo suficiente viajar una vez en medio del océano cuidando niños vacunados… ¡nos embarcamos en la segunda parte de la expedición! Fuimos hacia Manila con otros 26 niños mexicanos reclutados. Estando en Filipinas, Balmis solicita permiso para marchar de Macao que era portuguesa a territorio chino en la Provincia de Cantón.
Finalmente regresé a Acapulco, México para reencontrarme con mi hijo en Puebla, donde pasé el resto de mis días, trabajando para el Hospital de San Pablo.
Por cansancio y enfermedad Balmis cedió la dirección de la expedición a su ayudante Antonio Gutiérrez y decidió regresar a Lisboa… en el camino, solicitó permiso a las autoridades británicas de la isla Santa Elena (1806) para que accediesen a la vacunación de la población. Llegó finalmente a Madrid donde fue recibido con honores por el rey Carlos IV el 7 de septiembre de 1806.”
Balmis reconoció la labor de Isabel en el informe que entregó al rey, valoró su trabajo y sacrificio primando la salud de los niños y la excelencia de sus cuidados sobre su propia salud.
La historia de la expedición no termina aquí… a Salvany desafortunadamente no le fue tan bien… se adentró en los territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Chile… 7 años y 18.000 kilómetros de épica misión tuvieron efectos en su salud. En Colombia había perdido la visión de un ojo, las crónicas cuentan que en estas alturas del viaje sufría de malaria, difteria y tuberculosis, además de tener la muñeca derecha mal curada después de habérsela dislocado. Aun con todo siguió adelante con su misión… pretendía llegar hasta Buenos Aires, en el Virreinato del Río de la Plata, pero el 21 de julio de 1810 falleció de sus varias enfermedades. Murió a los 34 años de edad en el esfuerzo de conservar la vida de la mayor cantidad posible de personas.
“En México desde 1975 se otorga el Premio Nacional de Enfermería “Isabel Zendal y Gómez”, en mi honor, la única mujer que participó como enfermera en la primera expedición de vacunas en el mundo y como reconocimiento a la labor que hice en México por el resto de mis días”
El Premio pretende reconocer el mérito y trayectoria desarrollado por una enfermera en su actividad profesional, docente y/o investigadora en el ámbito de la enfermería comunitaria. Isabel también es considerada la “primera enfermera de la medicina hispana” e internacionalmente como la “primera enfermera pediátrica de la historia”.
El lema de la escuela de enfermería que existe en Puebla con su nombre es “Sacrificio sin esperar gloria”.
Y sobre la vacuna de la viruela… distintos gobiernos a lo largo del tiempo volvieron la vacunación obligatoria entre sus ciudadanos para poder controlar la enfermedad con lo cual no se hicieron esperar los movimientos contrarios que argumentaban que la vacuna era una obra de brujería u otras historias.
En cualquier caso, la forma en que se puso fin a las epidemias de viruela fue mediante la vacunación, la cuarentena y la vigilancia de la salud pública. Para 1967 comienza el Programa de Erradicación Intensificada y para entonces distintos laboratorios podían producir vacunas liofilizadas de mayor calidad. El esfuerzo mundial en este sentido llevó a que el 8 de mayo de 1980 se declarara el mundo “libre de viruela”.
Muchas gracias a Karen de “la ciencia detrás de…” por ser la voz de Isabel. Suscríbete a mi canal y al suyo.
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An inquiry into the causes and effects of the variolae vaccinae : a disease discovered in some of the western counties of England, particularly Gloucestershire, and known by the name of the cow pox / By Edward Jenner. Credit: Wellcome Collection. Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)
Referencias
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