La AMENAZA a tu SALUD oculta en TODA tu comida

¿Hay algo en tu comida que PUEDA amenazar tu salud?

Probablemente has escuchado hablar sobre los microplásticos, yo misma tengo videos donde hablo sobre la presencia de nanoplásticos en el agua embotellada, pero ¿qué son?¿De dónde vienen y porqué están comenzando a preocuparnos?

Hemos platicado en otros videos cómo en un esfuerzo para evitar que se cazaran elefantes por su marfil, el mundo terminó conociendo el primer plástico: el celuloide. Desde entonces, nuevos materiales plásticos se han abierto camino sustituyendo infinidad de materiales.

Más y más compuestos formados por polímeros sintéticos han permitido obtener propiedades nuevas: dureza, maleabilidad, elasticidad, flexibilidad… a bajo costo y en una producción masiva. 

Pareciera que los plásticos todo lo pueden. Life in plastic, it’s fantastic!

Pero claro, estamos hablando de algo que no existía en la naturaleza, lo sintetizamos los humanos hace menos de dos siglos y la explosión en su uso inició hasta mediados del siglo pasado. Esto es muy poco tiempo como para que en la naturaleza pudieran haber evolucionado suficientes organismos adaptados para consumirlos y degradarlos. Esto es maravilloso para la durabilidad de los objetos, pero terrible para el ambiente… y como pretendo esbozar hoy, potencialmente también para nuestro cuerpo.

Y quizás pienses: a ver, momento… se supone que por ejemplo el PET que se usa para el agua embotellada es reciclable, por eso NO debería ser problema… y efectivamente es reciclable, desafortunadamente el hecho de que el PET sea reciclable no significa que todos hagamos lo necesario para que efectivamente cada botella que usamos, termine siendo reciclada.

Lamentablemente entre los plásticos que no son tan reciclables, los que son biodegradables sólo “en ciertas condiciones”, los que son reciclables pero de todos modos no se reciclan como deberían… no sólo tenemos vertederos con mucho plástico, incluso tenemos una isla de basura en el océano.

Pero hasta aquí no te he dicho muchas novedades… los humanos creamos plásticos por su practicidad y bajo costo…  ¿Y los microplásticos?

Durante un crucero de investigación por el Mar de los Sargazos en otoño de 1971, el biólogo marino Ed Carpenter observó por primera vez unas peculiares manchitas blancas flotando entre las algas marrones. Eran diminutos trozos de plástico. Se quedó perplejo pensando que si él había encontrado estas partículas de plástico a casi 900 kilómetros de tierra firme… quizás se les pudiera encontrar en todos lados.

Este fue el primer indicio de que la contaminación por plásticos no se limita a la isla de la basura del Pacífico de la que hablamos en este video. Debilitados por la luz solar y pulverizados por vientos y olas, los plásticos se fracturan en trozos cada vez más pequeños.

En 2004, Richard Thompson y su equipo encontraron pequeñas partículas plásticas de entre 5 mm y 1 µm en las playas de Reino Unido, y fue entonces que el término “microplástico” se acuñó.

Las minúsculas dimensiones de los microplásticos hacen que puedan ser ingeridos por un gran número de especies, desde el diminuto plancton oceánico hasta los seres humanos. La comunidad científica comenzó a preguntarse si, como un minúsculo caballo de Troya, estos microplásticos serían capaces de transportar sustancias químicas peligrosas y ayudar a que se acumulen en la cadena alimenticia.

Los microplásticos pueden llegar al ambiente de dos formas, por lo que se les cataloga en microplásticos primarios y secundarios.

Los microplásticos primarios se llaman así porque se “arrojan” directamente al medio ambiente.

Por ejemplo, cuando lavas tu ropa sintética, por la abrasión de los neumáticos de los coches al rodar o porque usamos productos cosméticos exfoliantes que contienen microperlas. 

De hecho, a raíz de esto último, en distintas partes del mundo se ha prohibido el uso de microplásticos en productos donde su propósito es la exfoliación, la obtención de una textura, fragancia o color específicos.

Los microplásticos secundarios se originan a partir de la degradación de plásticos grandes, como las bolsas de plástico o las botellas, ya sea por efecto de la luz, el calor, golpes o abrasiones. Se estima que alrededor del 70% de microplásticos que andan libre por el mundo son de este tipo.

En ambos casos, dado que estos materiales tienen poco de existir, hay muy pocos hongos, bacterias y gusanos capaces de degradarlos, así que se están acumulando. Para que te des una idea, en el 2017 la ONU declaró que probablemente había en ese momento hasta 51,000 millones de partículas microplásticas en el mar, 500 veces más que el número de estrellas que se estima que hay en nuestra galaxia.

En el océano se han encontrado microplásticos aún a 1000 metros de profundidad, aunque la mayor concentración se encuentra a los 200 metros. 

Y ni siquiera los puntos más altos del Everest se han librado de esta contaminación. En 2020 se encontraron trazas de plástico a una altura de 8400 metros, a sólo 400 metros de la cima de la montaña.

También se ha documentado que al menos 1565 especies silvestres, que viven en distintos entornos, han ingerido restos de plástico.

¿Y en nosotros los humanos? 

Hay tres maneras en que los microplásticos llegan al interior de nuestro cuerpo.

La primera es la ingesta. 

Cada vez hay más pruebas que demuestran que ingerimos partículas de plástico a diario, y trabajos recientes sugieren incluso que esto puede representar miles de partículas al día.

La conclusión de que estamos expuestos a microplásticos en nuestra dieta ha sido corroborada por la detección de partículas de plástico en heces humanas.

Una de las rutas en que los microplásticos llegan a nuestra dieta es a partir de la acumulación en el océano; como los microplásticos son tan pequeños, los peces y otros organismos marinos se los comen sin darse cuenta. 

Se han encontrado microplásticos en prácticamente todos los peces destinados a consumo humano. Y aunque ciertamente no contienen cantidades masivas, el problema es que hay muchas fuentes de microplásticos y al final todas suman.

Por ejemplo, en este estudio se documenta que se han encontrado microplásticos hasta en la sal. Se cree que de los aproximadamente 14 µg de microplásticos que el cuerpo humano absorbe al año, una cuarta parte viene de la sal que echamos a la comida. Ya habíamos platicado sobre disminuir la ingesta de sodio, pero si no te habías convencido, esta es una nueva razón.

Y claro que se han encontrado microplásticos en todo tipo de alimentos sin relación con el mar. Frutas, verduras, arroz, productos cárnicos y agua.

Los vertederos obviamente terminan llenos de plásticos, que se descomponen en microplásticos que son arrastrados por la lluvia y el viento a otros lugares.

Los microplásticos son tan omnipresentes que en este estudio del 2022, se encontraron microplásticos en la leche materna.

Y el asunto no termina aquí… como te recordaba al inicio, ya se han encontrado nanoplásticos en nuestras botellas embotelladas. Los nanoplásticos tienen tamaños inferiores a 1 µm.

Por otro lado, se estima que el desgaste de los neumáticos es una de las mayores fuentes de microplásticos que entran en el medio acuático. La abrasión mecánica de los neumáticos de coche con la superficie de las calles forma partículas que consisten en una mezcla compleja de caucho, cargas, suavizantes, con asfalto incrustado y minerales del pavimento. Las partículas más pequeñas se emiten normalmente al aire, mientras que las partículas más grandes se depositarán en la superficie de los caminos para ser transportadas por el agua de lluvia a suelos, alcantarillas o aguas superficiales. 

Distintos neumáticos tienen muchas fórmulas diferentes con materiales variables en toxicidad. Por ejemplo, recientemente se identificó un antioxidante del caucho de los neumáticos como el principal tóxico causante de décadas de observaciones de mortalidad aguda del salmón vinculadas a las aguas pluviales en Estados Unidos.

En este último ejemplo que te acabo de daro, describo dos posibilidades: que las partículas terminen en el agua y afecten a los animalitos en ella o que se queden suspendidas en el aire, lo que nos lleva a

La segunda forma en que los microplásticos terminan en nuestro cuerpo: inhalación

Artículos como éste describen la presencia de microplásticos en tejido pulmonar incluyendo su identificación. No sorprende demasiado que en las muestras analizadas en el artículo abunden partículas de polipropileno y PET. El polipropileno se usa en muchos electrodomésticos, piezas de automóviles, en las bolsas tipo tote, empaques, botellas de uso casero como el shampoo, tejidos de telas sintéticas y las tapas de las botellas de PET.

La tercera vía de absorción es la piel

Esta vía se ha probado experimentalmente con modelos. En este estudio se utilizó un modelo de piel impreso en 3D.

El modelo fue expuesto durante 24 horas a dos formas comunes de microplásticos que contenían un grupo químico utilizado habitualmente para retardar la llama de los plásticos.

Los resultados mostraron que la piel potencialmente puede absorber hasta un 8% de la sustancia química expuesta, y que la piel más hidratada -o «sudorosa»- absorbe más. 

La razón por la que se probó con compuestos que se usan como retardantes químicos es por su conocida toxicidad para nuestra salud, incluyendo daños en el hígado, sistema nervioso, cáncer o riesgos para la salud reproductiva. Muchos de estos compuestos ya fueron prohibidos para su utilización, pero estas sustancias pueden seguir presentes en aparatos electrónicos antiguos, muebles, alfombras y materiales de construcción.

Más allá de las formas en que los microplásticos llegan a nuestro cuerpo, ¿tenemos alguna idea de su peligrosidad?

La verdad es que todavía no tenemos las respuestas completas porque este es un tema del que se sabe desde hace poco pero insistiendo en la omnipresencia de los microplásticos, en este estudio del 2022, el 77% de las muestras de sangre humana estudiadas contenían. 

Es posible que sólo los microplásticos de menos de 20 µm puedan penetrar en los órganos, y los de un tamaño aproximado de 10 µm podrían acceder a todos los órganos, atravesar las membranas celulares, cruzar la barrera hematoencefálica y entrar en la placenta.

Ahora, cuando hablamos sobre comer fibra decimos una y otra vez que nosotros no la podemos digerir y que al menos una parte… así como entra, sale… y de hecho eso la hace útil. De manera análoga, se ha considerado que quizás si tenemos mucha suerte, estas micro partículas plásticas también entren y salgan y sean inocuas… pero, las primeras respuestas que tenemos sugieren que no tenemos tanta suerte.

Es posible que los microplásticos sean portadores de microorganismos patógenos o que liberen aditivos, plastificantes y otros compuestos tóxicos. Además, es posible que alteren la integridad de la barrera intestinal y pueden pasar al torrente sanguíneo, y queden atrapados y se acumulen en diferentes tejidos y órganos, como los pulmones o la placenta.

Hablando sobre los estudios relacionados con la ingesta, en éste se observó que las personas que padecen una enfermedad inflamatoria intestinal presentan mayor cantidad de microplásticos en sus heces que las personas sanas. Además, la cantidad de microplásticos en las heces parece correlacionarse con la gravedad de los síntomas. A más microplásticos, peores síntomas.

Esta es sólo la punta del iceberg, y como ya habrás notado el video está a punto de concluir… sí hay varios estudios que se enfocan a tratar de ver posibles afectaciones a nivel celular, otros que asocian estos materiales con distintas formas de inflamación de tejidos… en mi búsqueda hasta este punto del tema, no encontré un artículo que diga: no, pues lo que vi a partir de este análisis es que el microplástico es inocuo. Quizás la de la mala suerte soy solo yo y todavía me falta buscar mejor… 

Lo que percibo hasta ahora es que aún nos falta mucho por aprender de este tema… y entre que son peras o manzanas, las portadoras de microplásticos… próximamente haré el video sobre algunas ideas orientadas a reducir al menos un poco nuestra exposición a estos materiales.

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