Hace poco más de un año, Daniel Godínez consiguió un nuevo empleo como ejecutivo de ventas. Estaba inmensamente feliz por la oportunidad, lleno de energía y motivación.
Desafortunadamente, pronto se dio cuenta de que el ambiente laboral no era como esperaba. A medida que pasaba el tiempo, Daniel notó que no había oportunidades de crecimiento ni aumento de sueldo, con excepción de unos cuantos elegidos que tenían relaciones personales con los altos ejecutivos quienes, aparentemente ellos sí lograban mejoras en sus condiciones a pesar de no ser particularmente competentes en su labor.
Para empeorar las cosas, el equipo de ventas se redujo gradualmente, lo que significaba que los vendedores restantes tenían que asumir una mayor carga de trabajo. A diferencia de otros empleados, Daniel no recibía un trato especial y se le exigía cada vez más, sin ningún tipo de reconocimiento por su esfuerzo y dedicación. Esta situación generó una creciente sensación de injusticia y descontento en él.
A pesar de sus esfuerzos, sentía que no podía mantener el ritmo y que siempre había más trabajo por hacer. Las largas horas y la constante presión empezaron a agotarlo.
Daniel, siempre ha sido una persona que se esfuerza al máximo y da todo por cumplir sus responsabilidades. Esta no sería la excepción… pero a medida que enfrentaba una carga de trabajo más abrumadora, en lugar de que se valoraran sus esfuerzos, cada vez más se topaba con mensajes negativos de parte de la alta dirección, quienes a la vista de Daniel no estaban conduciendo la empresa en una dirección adecuada y era eso lo que provocaba que el esfuerzo invertido no estuviera dando los frutos esperados. Sin embargo, los comentarios de los empleados de menor nivel, como Daniel, no eran recibidos… por lo que no había posibilidad de que ellos pudieran ayudar a corregir el rumbo.
Las presiones externas también se hacían sentir… el departamento de ventas solo es una pequeña parte de cualquier negocio y depende de la capacidad de otros departamentos para cumplir… pero los entregables con frecuencia no cumplían la expectativa ni los tiempos y era Daniel quien tenía que dar la cara por ser el de ventas… Las largas horas y la constante presión empezaron a agotarlo.
Por si lo anterior no fuera suficiente… el espacio físico donde laboraba estaba descuidado y eso no parecía importar a nadie en la cadena de mando.
Cuando inició la pandemia por COVID, “se descubrió” que en realidad su puesto podía cumplirse perfectamente de manera remota pero eventualmente le hicieron regresar a la planta para “asegurarse de que trabajara”, además de los tiempos y costo en desplazamientos extras a la planta, esto implicaba laborar en espacios sucios porque el área del aseo no cumplía su labor. Con frecuencia no había agua, papel para el baño y ni siquiera se había conectado el extractor de aire. ¡Inclusive había goteras! y por consecuencia salitre y lama… a veces inclusive ingresar al sistema interno era difícil porque el internet era inestable.
El área administrativa tampoco se encuentra en mucho mejor estado. El pasado mes de septiembre con los sismos, se abrieron diversas fisuras en los muros sin que se evacúen las zonas afectadas ni se reparen.
La falta de oportunidades de crecimiento, el trato desigual y los oídos sordos que recibía, generaron una profunda frustración en Daniel, quien comenzó a perder la confianza en sí mismo y a sentir que parte de su energía se iba en luchar por encontrar sentido y propósito en su trabajo, donde ni siquiera su bienestar físico parecía importar.
El entusiasmo inicial de Daniel era solo un recuerdo lejano. Se sentía desconectado emocionalmente de su trabajo y de sus compañeros. La apatía se apoderó de él. Cada día se volvía una batalla cuesta arriba. Daniel se sentía cada vez más atrapado en una rutina agotadora y sin sentido.
Daniel ha hecho todo lo que estaba en sus manos… ha trabajado sin tomar vacaciones, ha trabajado incontables horas extras sin retribución, a pesar de encontrarse en un lugar físicamente inaceptable… lo ha dado todo…
Hoy, se enfrenta a un agotamiento emocional y físico extremo. Su salud comenzó a verse afectada al experimentar síntomas físicos como fatiga constante, dolores de cabeza y dificultades para conciliar el sueño. La ansiedad y la depresión se apoderaron de su bienestar mental. Aunque intentaba continuar, sus esfuerzos ya eran en vano. Se encontraba en un estado de “burnout”.
¿Alguna vez has estado en una situación similar?
El primer caso similar en la literatura fue reportado por Graham Greens en 1961, en su artículo;: a burnout case.
En 1974, el psiquiatra Herbert Freudenberger fue el primero en describir el concepto a partir de sus observaciones en una clínica para atender toxicómanos en Nueva York. Notó que muchos compañeros del equipo de trabajo, al paso de los años, comenzaban a sufrir pérdida progresiva de energía, su idealismo y la empatía con los pacientes Describían sentirse agotados, con ansiedad, depresión y desmotivados respecto a su trabajo.
En 1982, se crea el primer instrumento que busca ayudar al diagnóstico de la patología: el Maslach Burnout Inventory o MBI. (Cristina Maslach y Michael P. Leiter).
Desde 1988, se planteó que este no era un problema exclusivo del área médica, parece suceder particularmente a profesionales que se dedican a ayudar a otras personas, algunos estudios muestran que entre las profesiones con mayor propensión al burnout están: la atención a clientes en restaurantes, hoteles; la manufactura; el sector médico; el de educación; el de construcción, ventas, transporte y logística. (burnout.jpg)
En enero de 2022, la Organización Mundial de la Salud incluyó el síndrome de quemado o burnout en la 11ª edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Se considera el desgaste resultante del estrés crónico, del que platicamos en este otro video, pero en este caso se asocia específicamente con el trabajo o con actividades que se realizan de manera profesional como por ejemplo algunos deportes de alto rendimiento.
Otra diferencia respecto al estrés crónico es que deriva en una sensación de despersonalización.
Me explico, los rasgos de personalidad son características que mantenemos a lo largo de los años… por ejemplo, imagina una persona que prácticamente toda la vida ha sido muy responsable, generosa, adaptable, agradecida, muy trabajadora, tranquila… esas características difícilmente van a cambiar a lo largo de los años.
Si una persona así, de repente comienza a tener respuestas cínicas en su entorno laboral o deja de sentir que tiene sentido cumplir sus responsabilidades… eso no encaja con su personalidad… es una señal de que algo está sucediendo.
Una característica del burnout es la reducción de la eficacia personal… esto quiere decir que a pesar del esfuerzo cada vez “rinde menos”.
Los síntomas del burnout son muy diversos. Algunas personas pueden confundirlo con depresión y ansiedad… también puede derivar en fatiga crónica.
La fatiga crónica es una enfermedad debilitante caracterizada por un cansancio mental y físico extremo, que no se alivian con el descanso… además, cuando la persona hace un esfuerzo extraordinario un día, “lo paga” por varios días sucesivos de mayor malestar.
También puede haber dolor musculoesquelético, trastornos del sueño, disfunción cognitiva como problemas de memoria y concentración…
Es una enfermedad compleja que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de una persona. Desafortunadamente, se trata de una enfermedad de la que no se sabe lo suficiente aún y el número de personas que la sufren en el mundo en años recientes ha crecido sensiblemente sin que parezca que esa tendencia se vaya a revertir… una de las razones de eso no tiene que ver con el tema de este video, sino con el COVID persistente del que te conté en este otro video.
En la literatura, lo opuesto al burnout es un estado de engagement o compromiso. Se llama así cuando la situación promueve un estado motivacional positivo de los empleados caracterizado por el vigor, la dedicación y la absorción, voluntaria y satisfactoria, en su trabajo
También en la literatura hay un modelo llamado de demandas laborales y recursos que busca analizar cómo ciertos aspectos laborales pueden “predecir” que un empleado pueda moverse entre el burnout y el engagement. Se han realizado estudios en algunos modelos laborales y quizás no se puede extrapolar a todos los entornos pero hasta cierto punto, al menos en lo que leí, parece haber patrones.
Aquí algunos ejemplos:
Altas exigencias laborales; Alta carga de trabajo; Alta demanda emocional; Que el trabajo derive en una interferencia en las labores caseras; Son predictores de burnout;
Exigencias laborales que los empleados tienden a considerar como obstáculos para que las cosas se hagan, como lo que en general se llama burocracia, se asocia con burnout.
Tener disponibles recursos para realizar las labores; Contar con apoyo social; Que se disponga de autonomía; Oportunidades de aprendizaje; Retroalimentación; Son predictores de engagement
Retos y oportunidades de desarrollo; Participación en la toma de decisiones; Buen liderazgo; Buen ambiente laboral; Son predictores de engagement
En un análisis a distintos estudios sobre el tema se identificó que en las intervenciones a nivel organizacional es más útil hacer cambios que impacten de manera exhaustiva y simultánea varios objetivos que cuando se enfocan a uno solo. Por ejemplo, que las mejoras en las tareas sí se vinculen a cambios en la división de trabajo, al manejo físico de los materiales con seguridad y que exista una mayor flexibilidad de los horarios.
En el caso de intervenciones individuales parece que la terapia cognitivo-conductual para manejar los factores estresantes es útil.
Algo que encontré específicamente en un artículo (burn-volley) sobre el burnout en la práctica del deporte es que una estrategia para evitar llegar a este punto es el uso de estrategias de afrontamiento. Son procesos cognitivos de reconocimiento, evaluación y tal cual, afrontamiento de situaciones de estrés. Es una manera de responder a los factores estresantes.
En contextos estrictamente laborales, el tipo de cosas que encontré recomendadas para hacer a nivel individual son:
- Evalúa las opciones. Esto incluye hablar con tu supervisor para buscar soluciones. Establece objetivos razonables. Delega tareas.
- Busca apoyo. Dentro y fuera del entorno laboral. Esto básicamente es tiempo social con personas de confianza.
- Agenda tiempo para hacer actividades relajantes como meditación o yoga.
- Haz ejercicio… aquí es importante considerar que el ejercicio es una medida que aplica antes de llegar a la fatiga crónica.
- Revisa tus hábitos de sueño y haz lo posible por mejorarlos.
- Practica mindfulness. Esto tiene que ver con poner atención en todo lo que se siente y percibe. En un entorno laboral, esta práctica implica afrontar las situaciones con apertura y paciencia, y sin juzgar.
- Pon límites entre el trabajo y la vida personal.
- Programa descansos en el horario laboral, esto puede ayudar a sobrellevar la situación.
Como estamos hablando de humanos, hay también cierto componente subjetivo. En cualquier caso, si a lo largo del video te has identificado con parte de las descripciones de los malestares asociados con burnout… no está de más considerar buscar ayuda profesional. Puedes acudir con un psicólogo, un terapeuta, un médico o un psiquiatra para que te valoren y orienten.
Referencias
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