Sin medicina, ¿es posible REVERTIR la diabetes tipo 2?

Sin medicamentos, ¿será posible controlar la diabetes tipo 2? Es prácticamente una tarea obligada revisar las guías generales que existen y empezaré con eso, pero lo más interesante viene después, lo que algunos estudios científicos sugieren… así que quédate hasta el final del video.

Hola, soy Cinthia Reyes y en este canal exploramos evidencia científica que nos permita responder preguntas cotidianas relacionadas con nuestra salud y bienestar. ¡Suscríbete!

En el video pasado platicamos qué sucede en el cuerpo de una persona que sufre de diabetes y comentamos que en el caso de diabetes tipo 2, las células del cuerpo pueden dejar de ser sensibles a la insulina, que es lo que deriva en que los niveles de glucosa en sangre tiendan a mantenerse altos… al mismo tiempo esta condición dificulta que las células puedan aprovechar la glucosa como fuente de energía.

Esto que te estoy describiendo se llama “resistencia a la insulina”. Desde hace años hay estudios orientados a buscar maneras de revertir esta situación y con ello alentar la progresión a diabetes tipo 2 o incluso lograr una remisión de ella.

Pero comencemos por las guías generales que son los elementos básicos que se recomiendan para personas con esta condición.

La Asociación Americana de la Diabetes en su documento del estándar de atención en diabetes destaca que tanto para personas en condición de prediabetes como diabetes, NO existe un patrón de alimentación universal recomendado. Que la planificación de las comidas debe ser individualizada, ya que gustos y necesidades de cada persona son específicos.

Y aunque no hay una alimentación universal, sí hay principios básicos que a partir de estudios previos se consideran útiles:

Comer verduras sin almidón, frutas enteras, legumbres, proteínas magras, cereales integrales, frutos secos y semillas, y productos lácteos bajos en grasa o alternativas no lácteas.

Minimizar el consumo de carnes rojas, bebidas azucaradas, dulces, cereales refinados, alimentos procesados ??y ultraprocesados.

A personas con sobrepeso u obesidad se les recomienda tener un control de peso tanto en nutrición, actividad física y terapia conductual, con el objetivo de lograr una pérdida de peso de al menos un 3 al 7%.

No se recomienda basar el tratamiento en suplementación de micronutrientes, ni hierbas o especias.

Sí tienen recomendaciones en cuanto a macronutrientes aunque ellos mismos especifican que es más conveniente adherirse a patrones alimenticios. De hecho mencionan explícitamente el patrón de alimentación mediterráneo del cual hablamos más en este video.

En cuanto a carbohidratos recomiendan preferir los mínimamente procesados, con alto contenido de fibra, esto es al menos 14 g de fibra por cada 1000 kcal ingeridas.

De proteínas, recomiendan incorporar fuentes de proteínas vegetales, por ejemplo frutos secos, semillas y legumbres.

En grasas, recomiendan limitar el consumo de alimentos con alto contenido de grasas saturadas como carnes rojas, lácteos enteros, mantequilla y aceite de coco.

Estas guías se fundamentan en diversos estudios pero déjame contarte de algunos en particular que analizan la viabilidad de que la dieta y el ejercicio puedan ser usadas como intervenciones para mejorar la resistencia a la insulina.

Por ejemplo, estudios como éste se han enfocado a evaluar el potencial del cambio de dieta en pacientes recién diagnosticados con diabetes tipo 2. Su objetivo aquí era identificar si sólo con manejo de dieta era posible evitar la medicación o si incluso era posible llegar a la remisión. Es decir, si los niveles de glucosa en sangre podían regresar a ser los de una persona sin una condición diabética, repito, sin medicamentos.

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Decíamos que para el estudio se reclutó a un grupo de pacientes recién diagnosticados con diabetes tipo 2 y fueron divididos de manera aleatoria en dos grupos, uno cambiaría su dieta a un patrón Mediterráneo bajo en carbohidratos y el otro seguiría una dieta baja en grasas. El seguimiento se hizo hasta por 8 años.

La dieta mediterránea era rica en verduras y cereales integrales, y baja en carne roja, que se sustituía por aves y pescado. En este caso, no más del 50 % de las calorías provenían de carbohidratos y no menos del 30 % de grasas, siendo la principal fuente de grasa añadida el aceite de oliva.

La dieta baja en grasas era rica en cereales integrales. Se restringía grasas adicionales, dulces y snacks ricos en grasas. El objetivo era que no más del 30 % de las calorías vinieran de grasas y no más del 10 % de grasas saturadas.

La principal variable que se medía era la hemoglobina glucosilada, que como hemos comentado antes, es una medición que nos permite saber más o menos en promedio qué tan buen control de glucosa hemos tenido.

Se encontró que aquellos que siguieron la dieta mediterránea baja en carbohidratos lograron una mayor reducción de los niveles de hemoglobina glucosilada – o sea, un mejor control de glucosa-, más de esos participantes lograron una remisión de la diabetes y retrasaron la necesidad de ser medicados en comparación con las personas que recibieron una dieta baja en grasas.

Debo aclarar que aunque sí, hubo más gente que logró la remisión de la diabetes con la dieta mediterránea, los números totales son bajos. Esto no es magia.

Me llamó la atención que en el primer año de hacer estos cambios en dieta es cuando hay mayor pérdida de peso importante y de la medición de hemoglobina glucosilada. 

Esto me parece consistente con lo que hemos platicado antes: cuando se inicia una dieta, la pérdida de peso es mayor y en general es difícil conservar esa reducción de peso. Esto lo platicamos a mayor detalle en este video.

También cabe mencionar que en distintas publicaciones se identifica que cuando una persona con exceso de peso pierde del 10 al 15 % de su peso corporal, mejora su control de glucosa en sangre.

La razón parece ser que esta pérdida de peso reduce la grasa tanto en el hígado como en el páncreas. Esto es importante porque se considera que el exceso de grasa en estos órganos afecta la capacidad del páncreas para secretar insulina por un lado y la del hígado para regular la glucosa por el otro.

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Pero la pérdida de peso a través de ciertos cambios de dieta no es la única vía que se ha explorado para controlar, alentar o evitar la diabetes.

En este otro estudio se reclutó un grupo pequeño de voluntarios en condición de obesidad y prediabetes. 

La idea era probar dos intervenciones distintas, una basada solo en dieta para bajar de peso y otra basada en una combinación de dieta y ejercicio.

Todos los participantes tenían como objetivo la pérdida de peso, se calculó cuántas calorías consumían cada día y se les dio una dieta ajustada para que su ingesta fuera el 75 % de ese cálculo. Cada semana se hacía un ajuste a su dieta con el objetivo de que lograran bajar un 10 % de su peso corporal a lo largo de 5 meses.

La dieta elegida era alta en carbohidratos, alrededor del 70 % de las calorías venían de diversos carbohidratos incluyendo frutas, verduras y granos. Otro 15 % era grasa y el 15 % calórico restante eran proteínas.

Como se quería evaluar si el ejercicio además de la dieta tenía un efecto, la mitad de los participantes además realizaban ejercicio 6 días por semana:

4 días de cardio

1 día de resistencia, o sea, pesas

1 día de entrenamiento de intervalos de alta intensidad.

A los 5 meses, los métricos habían mejorado para todos: índice de masa corporal, glucosa en sangre medida en ayuno, la prueba de hemoglobina glucosilada A1c, niveles de triglicéridos, pero sí hubo diferencias entre los dos grupos.

Los participantes que sólo estaban haciendo dieta mejoraron su sensibilidad a la insulina en todo el cuerpo un 48 %. Mientras que los participantes que además de dieta hicieron ejercicio mejoraron su sensibilidad a la insulina medida en todo el cuerpo, un 110 %. 

Por otro lado, la resistencia a la insulina medida específicamente en el hígado mejoró en el grupo que sólo hizo dieta un 88%, pero en el grupo que hizo dieta y ejercicio mejoró 162 %

Y podríamos pensar con estos datos que quizás el ejercicio cambió drásticamente la composición corporal de quienes hicieron ejercicio pero se midió a ambos grupos masa libre de grasa y no hubo diferencia estadística. Así que el beneficio del ejercicio no parece derivarse a incrementar musculatura. Hacer ejercicio es útil aunque el objetivo no sea crecer visiblemente tu musculatura.

También hay estudios donde la pregunta es qué tipo de ejercicio puede ser más útil.

Por ejemplo aquí, se comparó el efecto de hacer ejercicio de resistencia contra ejercicio de tipo cardiovascular.

Cabe aclarar que en este caso los voluntarios que participaron eran pacientes de diabetes tipo 2 que NO estaban clasificados ni en sobrepeso ni obesidad en criterios caucásicos. Su índice de masa corporal promedio era de 23.7.

Se les separó en tres grupos de manera aleatoria. Todos harían ejercicio 3 veces por semana por 9 meses. Un grupo haría ejercicio de resistencia, otro haría cardiovascular y el tercero combinaría ejercicios de ambos tipos. Todos dedicarían razonablemente el mismo tiempo por sesión y qué tanto se le exigía a cada persona dependía de su propia condición.

En el grupo de ejercicio de resistencia o pesas, iniciaron con sesiones que consistían en dos series de cuatro ejercicios para la parte superior del cuerpo (press de banca, remo sentado, press de hombros y pull down), tres series de tres ejercicios de piernas (prensa de piernas, extensión y flexión) y dos series de abdominales y extensiones de espalda. El peso levantado fue aumentando conforme los participantes podían completar de ocho a doce repeticiones para cada grupo muscular.

En el grupo de ejercicio cardiovascular, los participantes fueron pesados ??semanalmente y se les pidió que gastaran 12 kcal por kilogramo de peso corporal por semana. Podían elegir entre usar una cinta para correr, una elíptica o una bicicleta fija, con una intensidad de entrenamiento objetivo entre el 50% y el 80% de su capacidad de esfuerzo máxima, medida al inicio de la intervención.

En el grupo donde se combinaban ambos tipos de ejercicios, los participantes hacían dos sesiones de entrenamiento de fuerza por semana, y la tercera era  cardiovascular, con un objetivo de gastar 10 kcal por kilogramo de peso corporal a la semana.

La variable más importante a medir en este estudio era la hemoglobina glucosilada.

Estos son los resultados. Los puntos morados son los del grupo que hizo ejercicio de resistencia, los azules son los del grupo de ejercicio cardiovascular y los rojos son la combinación.

De acuerdo con estos datos, el ejercicio de tipo cardiovascular o aeróbico tuvo un efecto sobretodo al inicio de la intervención pero este parece disminuir con el tiempo mientras que quienes realizaron ejercicio de resistencia y la combinación de ejercicios, mantuvieron un efecto favorable en el control de la glucosa en sangre con el paso del tiempo.

Y quizás te llame la atención que cuando se combinan ejercicio de resistencia y cardiovascular, no parece haber un efecto que “sume” ambos beneficios, sino algo “intermedio”… pero recuerda que todos los participantes dedicaban más o menos el mismo tiempo a entrenar y quienes combinaron ambos tipos de ejercicio, repartían su tiempo entre ambas actividades, siendo más frecuente la actividad de resistencia… así que una respuesta “combinada” parece lógica.

Pero, ¿por qué será que el ejercicio de resistencia parece ser mejor para controlar la glucosa que el cardiovascular? 

Los autores del estudio se hicieron la misma pregunta y de hecho revisaron otro par de estudios más antiguos donde también se comparó ejercicio cardiovascular, de resistencia y una combinación de ambos… lo curioso es que en esos otros estudios, la combinación de ejercicios resultaba ser la estrategia más efectiva. ¡Pero! en esos estudios antiguos, los voluntarios sí se encontraban en una condición de obesidad… esa es una diferencia importante respecto a este estudio reciente.

Es posible que para personas con sobrepeso u obesidad, sea más importante lograr primero la quema de grasa… y para personas que no están en esa condición habría que atender una posible sarcopenia, es decir, la disminución de musculatura del cuerpo.

Y aquí cabe hacer una aclaración, ya habíamos platicado en el video sobre el índice de masa corporal, que ese dato no distingue entre grasa y músculo… y una persona puede tener un índice relativamente bajo pero aún así tener grasa abdominal que es la que nos preocupa. Sobretodo en personas de mayor edad que no son físicamente activas, es posible que aunque su pesao no sea particularmente alto, tengan una distribución de musculatura menor de lo deseable.

Así que dicho en otras palabras:

Es posible que para quienes su principal problema es un exceso de grasa y se clasifican en sobrepeso u obesidad, puede servir más ejercicio cardiovascular y dieta para bajar peso.

Para quienes su principal problema es la baja musculatura, puede servir más el ejercicio de resistencia porque  este ayuda a recuperar el tono muscular.

En varios videos verticales tengo explicación de diversos estudios donde hay otras estrategias que potencialmente pueden servir como apoyo para mejorar el control de glucosa.

Recuerda que es importante trabajar tu caso con profesionales del área que puedan ayudarte a diseñar un plan personalizado acorde a tus necesidades, y eso incluye una persona que diseñe un plan de ejercicios acorde a tu condición física y observe que realices las actividades de manera adecuada para evitar lesiones.

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