¿Cuál es el origen de las úlceras gástricas? ¿Deberíamos todos someternos a un tratamiento antibiótico para evitar esta calamidad? ¿Podemos resolver la gastritis y las úlceras tomando alguna bebida de probióticos como el yogur?
En 1984, un médico australiano, Barry Marshall, se infectó a propósito con un grupo de bacterias peligrosas. Su objetivo era demostrar al mundo que la mayoría de las úlceras de estómago son en realidad una enfermedad infecciosa y aunque definitivamente espero que nadie intente esto en casa… salvó la vida de mucha gente.
Las úlceras son llagas dolorosas en el estómago o en la parte superior del intestino, y no sólo son incómodas. Si se agravan lo suficiente, pueden empezar a sangrar y sin dar demasiados detalles, una úlcera puede llegar a poner en riesgo la vida del paciente. En los años setenta, las úlceras eran más frecuentes en hombres con los vicios de la época… y parecían ser hereditarias.
Los médicos suponían que las úlceras se producían por un exceso de acidez estomacal y eran producto de una vida dura y algo de mala suerte en tu genética. El consejo habitual era hacer cambios en el estilo de vida, vigilar lo que se ingería y tomar antiácidos, los cuales no pueden curar las úlceras.
En esa época se creía que estábamos libres de bacterias en el estómago… hasta que en 1979, un patólogo también australiano, Robin Warren empezó a cuestionarla. Él había visto bacterias en las muestras de pacientes con gastritis o inflamación en el tejido estomacal. Juntos, Warren y Marshall realizaron un estudio en el tema y descubrieron que casi todos sus pacientes con úlceras también estaban infectados por la bacteria.
Identificaron el microbio como Helicobacter pylori y sospecharon que podía ser la verdadera causa de las úlceras. Desafortunadamente pocos médicos estaban convencidos. La idea les parecía absurda. ¿Cómo podían sobrevivir las bacterias en un estómago si es un ambiente tan ácido? En 1984, Marshall estaba seguro de sus resultados publicados y estaba muy frustrado porque no se tomaba en serio su hallazgo. Así que decidió hacer algo radical: Después de asegurarse de que su estómago no contenía H. pylori originalmente, se convirtió en su propio conejillo de indias y, con un caldo de carne, ingirió muchas bacterias de este tipo a propósito. Al cabo de unos días, tenía indigestión, náuseas, mal aliento… empezó a vomitar. Tenía gastritis.
Su malestar demostró que el H. pylori no era coincidencia, sino la causa. La bacteria de unas 3 micras de tamaño estaba atacando el revestimiento de su estómago, y permitiendo que ese tejido sufriera daño de parte del ácido natural que utilizamos aquí para descomponer los alimentos.
La infección con esta bacteria suele tardar un tiempo en causar problemas, y los síntomas pueden agravarse por factores como el tabaquismo y el estrés, lo que explica que la seriedad de la enfermedad se encuentre en hombres con vidas estresantes y vicios. Marshall y Warren demostraron que ciertos fármacos podían eliminar la bacteria y curar las úlceras, salvando innumerables vidas.
Ahora sabemos que para sobrevivir en el ácido entorno del estómago, H. pylori segrega una enzima llamada ureasa, que convierte urea en amoníaco. Este amoniaco alrededor de la bacteria neutraliza la acidez del estómago. Además, la forma helicoidal que tiene, le permite excavar en la mucosidad protectora del estómago que es menos ácida que la cavidad propiamente del estómago. También puede adherirse a las células que recubren la superficie interna del estómago, mientras que las células del sistema inmunológico del cuerpo no tienen manera de protegerse del ácido y por lo tanto no pueden defendernos.
El dúo australiano recibió el Premio Nobel de Medicina en 2005 por su trabajo.
A medida que más y más personas han recibido antibióticos para curar sus úlceras, los casos de uno de los dos tipos de cáncer de estómago que existen han disminuido. Es importante aclarar que hay más de un tipo de bacteria Helicobacter pylori: Un tipo de esta bacteria daña el revestimiento del estómago y puede provocar cáncer gástrico, mientras que otro tipo de esta bacteria parece reducir el reflujo ácido y al reducir la acidez del reflujo parece reducir el riesgo de cáncer en el esófago.
Otro aspecto interesante de esta bacteria es que en realidad todavía se debate cuántos años ha acompañado a nuestra especie pero es posible que lleve miles de años con nosotros y que también cumpla alguna función útil. Por ejemplo, se ha encontrado que produce un péptido antimicrobiano. Esto significa que un estómago colonizado con Helicobacter Pylori quizás tiene menos probabilidad de contraer algunas otras infecciones.
Todavía estamos en una fase muy temprana en el entendimiento de los beneficios y perjuicios que obtenemos de todas las bacterias con las que convive nuestro organismo, por dentro, en nuestra piel, en nuestras mucosas, en nuestro tracto digestivo, lo que comenzamos a entender en el tema nos lleva a pensar que no todo es blanco o negro… que nos beneficiamos constantemente de algunas bacterias mientras otras es mejor mantenerlas a raya.
Lo que nos lleva a la recomendación de siempre. Si personalmente tienes problemas de salud lo importante es acudir con un experto para que te evalúe contra la bacteria y de ser posible el tipo para que puedan atenderte acorde a tus necesidades personales.
Dicho todo lo anterior, si sí tienes problemas de salud asociados con gastritis… ¿hay probióticos que hayan mostrado efectos útiles en el tema?
Los probióticos como tal los hemos comentado en videos previos… estamos hablando de bacterias que cumplen distintas funciones útiles para nosotros, desde ayudarnos a digerir alimentos, obtener vitaminas que nosotros no podemos sintetizar y reducir la posibilidad de colonización en nuestro cuerpo de bacterias nocivas… en este tema también hay diversos estudios que nos dan esperanza.
Por ejemplo hay una investigación, que se realizó en ratas… mismas que fueron sometidas a cierto abuso por los investigadores, ya sea lastimando sus estómagos con soluciones alcohólicas o con radiación gamma, para crearles pequeñas úlceras. Algunas de las ratitas recibieron previamente leche de kefir, un fermento, y sorprendentemente éste mostró tener un efecto protector comparable a la ranitidina.
Por otro lado, hay estudios y meta análisis que resumen lo que en términos quizás más realistas podemos esperar de los probióticos en el tema del combate contra esta bacteria. Los probióticos suplementarios que se suministran junto con el tratamiento estándar de antibióticos contra H. pylori parecen mejorar la tasa de erradicación, sobre todo, curiosamente en pacientes asiáticos, y además reducen los efectos adversos que se pueden sufrir durante el tratamiento e incluyen síntomas como diarrea, náuseas, vómitos, hinchazón o dolor abdominal, y de entre los preparados prebióticos parece que el más útil en este aspecto es el kefir.
Imágenes usadas con licencia CC:
The Myth Buster: Robin Warren / Academia
Australian Nobel Prize winner has his mind on China – Xinhua (news.cn)
Stomach with H. P. py Patho – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19453125
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