¿Por qué nos ENCANTA la COMIDA CHATARRA?

Distintos científicos han estado tratando de averiguar por qué la comida chatarra tiene “tanto poder sobre nosotros”, hoy te contaré lo que un grupo de científicos encontraron al respecto en 2018 en la revista Cell Metabolism: Los alimentos que combinan carbohidratos y grasas activan más los centros de recompensa del cerebro que la comida alta en carbohidratos o comida alta en grasas que pudieras comer una después de otra.

Hemos tenido pistas de que algo extraño pasaba en este tema desde hace tiempo. De un artículo de 1947 aprendimos que las ratas se acostumbran a tener una ingesta razonablemente constante de calorías diarias y pueden mantenerse “en su talla” si se alimentan principalmente con carbohidratos o principalmente con grasas, pero engordan si se les da una mezcla de ambos pero no había una manera clara de traducir eso al cerebro humano.

Para tener una mejor idea de lo que sucede, se hizo lo siguiente:

Primero se evaluaron distintos alimentos para asegurar que lo que se les mostraría a los voluntarios en el experimento fueran igualmente conocidos y gustados. No querían que hubiera preferencias particulares por algunos alimentos u otros, o que de plano les fueran a mostrar cosas desconocidas.

Luego, el grupo de neurólogos y psicólogos utilizaron una variante del test de Becker-DeGroot-Marshak de “subastas”. Esto es, los participantes decían cuánto estaban dispuestos a pagar por cierta comida mientras su actividad cerebral estaba siendo monitoreada en un fMRI.

La comida que se les mostró a los participantes era de tres tipos:

  • Alimentos cuyas calorías venían principalmente de carbohidratos
  • Alimentos cuyas calorías venían principalmente de grasas
  • Alimentos cuyas calorías vienen de una mezcla de ambos

Los elementos que se les mostraban, la comida, estaba en porciones que contuvieran la misma cantidad de calorías de modo que desde el punto de vista energético de las personas, pesara igual.

Resulta que los participantes en las subastas, consistentemente le daban mayor valor a la comida que combinaba grasas y calorías.

Preferían cosas como las galletas con chispas de chocolate o donas… sobre nueces, queso o galletas saladas.

La parte interesante es que los alimentos por los que los voluntarios ofrecían más dinero en la subasta, correlacionaba con una mayor respuesta en las regiones del cerebro asociadas con recompensas, como la parte superior del cuerpo estriado.

Los investigadores sospechan que la razón detrás de esto es que tenemos rutas de recompensa distintas, unas para carbohidratos y otras para grasas y ambas rutas se activan simultáneamente cuando tenemos enfrente una comida combinada… y es posible que nuestros cerebros no tengan una forma adecuada de reaccionar a ello.

La razón por la que esta idea suena razonable es que por muchísimos años, la disponibilidad alimenticia que encontraba el humano era o carbohidratos [frutos] o grasas [carne] porque casi no hay alimentos en la naturaleza que tengan una mezcla de esto.

La posibilidad de hacer estas mezclas aparece hasta que nos volvimos agricultores y ganaderos hace unos 12,000 años, pero si pudiéramos ver la progresión histórica de la preparación de alimentos, no tenemos tanto tiempo metiendo muchas calorías de ambos tipos en una sola comida.

Por ejemplo, el contenido nutricional de la avena con media taza de leche y miel es de solo 1 g de grasa y 27 g de carbohidratos. Compara eso con una dona que tenga cantidad similar de calorías, que contendría  unos 11 g de grasa y 17 g de carbohidratos.

Esto significa que la mayor parte de nuestra historia evolutiva, nuestro cerebro no tenía que estimar el valor nutricional de esta comida “tramposa” mezclada.

Juzgamos mal la cantidad de calorías

Otro detalle que encontraron los investigadores es que aunque los humanos no somos tan malos para juzgar la cantidad de calorías en alimentos de un sólo tipo sobretodo cuando se trata de alimentos con grasa, no somos tan buenos con alimentos de carbohidratos y somos peores en la estimación en alimentos combinados. Esto se asocia con una relación funcional entre el área visual, el giro fusiforme y el área de valuación, la corteza prefrontal ventromedial.

El giro fusiforme es una área del cerebro ubicada en la parte baja del lóbulo temporal, esta zona es responsable del reconocimiento facial y su lesión provoca prosopagnosia, alucinaciones de rostro, sinestesia. 

Mientras la corteza prefrontal ventromedial se asocia con toma de decisiones.

De manera que siguiendo estos razonamientos tenemos una posible explicación de por qué nos encanta este tipo de comida y somos tan malos para juzgar el límite calórico que deberíamos tener al comerla.

Espero que esta información te ayude a imaginar nuevas maneras para controlar la ingesta de estos alimentos. Recuerda que como te platiqué en este otro video, las elecciones de alimentos juegan un gran papel en evitar enfermedades como la diabetes tipo 2.

Referencias:

Canine researcher puts dogs’ intelligence on par with 2-year-old human. (n.d.). Retrieved from https://www.apa.org/news/press/releases/2009/08/dogs-think

Difeliceantonio, A. G., Coppin, G., Rigoux, L., Thanarajah, S. E., Dagher, A., Tittgemeyer, M., & Small, D. M. (2018). Supra-Additive Effects of Combining Fat and Carbohydrate on Food Reward. Cell Metabolism,28(1). doi:10.1016/j.cmet.2018.05.018

Imágenes usadas con licencia CC:

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Giro fusiforme, De Gray, vectorized by Mysid, colourd by was_a_bee. – File:Gray727.svg, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8886915
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Brain_human_cranial_nerves.svg Patrick J. Lynch, medical illustrator – Brain_human_sagittal_section.svgBrain_human_cranial_nerves.svg, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5282911

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