FRAUDES y RETRACCIONES en la ciencia: Ivermectina y antivacunas

Como te platicaba en el video anterior, hay información en las publicaciones científicas que se corrigen con el paso del tiempo pero también hay ocasiones en que un artículo es completamente retirado por encontrarse problemas graves en su proceso.

En este video te voy a contar tres historias de artículos retirados: una que aparentemente fue un error metodológico y dos en que se trató de malas prácticas intencionales y fraudulentas que han tenido terribles consecuencias para la salud pública.

Caso 1: Miedo al contagio

Ping Dong, investigadora en psicología de Kellogg School of Management en la Universidad Northwestern de Illinois, publicó un artículo junto con el profesor Chen-bo Zhong de la Universidad de Toronto, donde Dong se había doctorado recientemente.

El artículo se publicó en Psychological Science en noviembre de 2018 y describía un análisis experimental con varios estudios en los que se evaluaba el miedo percibido por los participantes a contraer enfermedades contagiosas en condiciones de iluminación distinta: una habitación poco iluminada, con participantes con lentes oscuros, en habitaciones bien iluminadas o con lentes normales. La conclusión era que las personas tenían menos miedo de contraer una enfermedad contagiosa si estaban en una habitación oscura o llevaban gafas de sol.

Al publicar el artículo, los autores se adhirieron a las prácticas de ciencia abierta y dejaron accesibles en línea todos los datos que encontraron durante su investigación después de la publicación del artículo.

Resulta que los datos mostraban que hubo un error, dicho error fue detectado por un lector quien dio aviso al editor de la revista. 

El error fue metodológico, los participantes no fueron asignados aleatoriamente para el tratamiento experimental y eso terminaba afectando la interpretación de los resultados.

La consecuencia de esto fue que a los 6 meses de haber sido publicado el artículo, tuvo que ser retirado. 

Ping Dong, la primera autora de este artículo había sido recibida como investigador titular apenas en 2017 y un año después de que el artículo se retirara ya no era empleada de la Universidad. Hasta donde puede verse en su sitio público de ReserachGate, no ha tenido posiciones en investigación posteriormente.

El hecho de que un artículo tuyo termine siendo retirado es algo muy serio que puede acabar con tu carrera científica aún cuando pudiera pensarse que el error no fue de mala fé.

Vaya, si tu objetivo es “mentir”, no pones a disposición de todo el mundo tus datos, o eso al menos opino yo… Además se supone que los otros autores también deben revisar la información, publicó con un profesor con más experiencia pero él no vio el problema.

En fin, el punto es que aún después hacer todo el trabajo experimental, de escribir el artículo, de pasar las revisiones de las revistas… si se encuentran problemas serios en lo que reportas, tu artículo puede ser retirado y esto queda registrado públicamente.

Caso 2: Andrew Wakefield y los antivacunas

Un estudio publicado en 1995 en The Lancet, sostenía que la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn ocurrían aproximadamente tres veces con más frecuencia en personas que habían sido vacunadas con la triple vírica, que es una vacuna que protege contra sarampión, rubeola y paperas.

Para afirmar esto, se había comparado miles de pacientes registrados en las bases de datos del sistema nacional de salud británico.

Tres años después, Wakefield publicó un artículo en la misma revista que se identifica como la bandera de batalla del movimiento antivacunas. En él, había estudiado a 11 niños y una niña, con edades entre los 3 y 10 años. Los niños previamente habían alcanzado todos los hitos de desarrollo intelectual de manera normal. Pero coincidiendo con la aparición de síntomas intestinales, comenzaron a padecer una involución del lenguaje y otras habilidades adquiridas así como cambios en el comportamiento.

Según Wakefield 9 de los niños desarrollaron autismo, otros dos niños, una encefalitis y uno tuvo una psicosis. 8 de esos niños habían sido vacunados con la triple vírica. Esta vacuna se ha administrado a más de 500 millones de niños desde los años setenta y según datos de la OMS, ha prevenido más de un millón de muertes.

En realidad los datos de Wakefield eran un fraude. El fraude fue descubierto, sorprendentemente por un reportero, Brian Deer del Sunday Times con quien tuvo un almuerzo en 2003. Gracias a Brian nos enteramos de la primera discrepancia que identificó al entrevistar a una de las madres de los niños del estudio de 1998. El informe que posteriormente publicó Deer revela que los datos de ese artículo estaban plagados de falsedades: algunos de los doce niños ya tenían síntomas cognitivos y conductuales antes de padecer las alteraciones intestinales. Y sólo dos padecieron síntomas relacionables con el autismo después del cuadro digestivo.

En 2004, Dr. Richard Horton, editor entonces de The Lancet escribió que Wakefield debería haberle revelado a la revista que había recibido pagos de los abogados que llevaban las demandas multimillonarias contra los fabricantes de vacunas interpuestas por padres de niños autistas.

Gracias a la información que publicó Deer, la mayoría de los 12 coautores del artículo original de Wakefield, desengañados, retiran su apoyo a las conclusiones del artículo.

The Lancet se retractó públicamente en febrero de 2010 por haber publicado ese artículo con resultados “falsificados”.

Los hallazgos de Wakefield fueron cuestionados en una reunión interdisciplinaria del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra, aunque tuvieron que pasar 12 años para que se le retirara la licencia para ejercer. Además de la falsificación de datos se le acusó de ordenar pruebas invasivas e innecesarias a niños con autismo durante sus investigaciones.

Deer ha informado infatigablemente en todo momento de las actividades de Wakefield, incluyendo cómo ha logrado convencer a cada vez más benefactores económicos para que apoyaran sus diversas empresas.

¿Por qué Wakefield miente en el artículo?

Por un lado, porque tenía intereses económicos al apoyar a abogados cuyos casos requerían “evidencia” de que las vacunas habían causado autismo en los niños en cuestión. Por el otro, en 1997 Wakefield había solicitado una patente para una vacuna contra el sarampión de un solo antígeno, por eso él quería desacreditar la triple vírica, para vender SU propia vacuna.

La tasa de vacunación que antes de la publicación de estos artículos se tenía en Reino Unido, cayó en la década del 2000 debajo del 80% cuando para mantener la famosa “inmunidad de rebaño” se requiere más del 95% Aún hoy y a pesar de que los fraudes han sido identificados como tales, el movimiento antivacunas sigue dando problemas… con más personajes financiándolo y nuevas vacunas como supuestos enemigos a vencer.

Caso 3: Ivermectina y COVID

La Ivermectina es un medicamento utilizado contra piojos y parásitos que se ha vuelto muy popular durante la pandemia a pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha insistido en que era importante primero realizar ensayos clínicos antes de usarlo indiscriminadamente en el tema COVID. Inclusive Merck, la propia farmacéutica que  fabrica el medicamento, ha pedido que NO se utilice contra COVID.

Ahmed Elgazzar, investigador de la Universidad de Benha en Egipto, había publicado, junto a su equipo, un PREPRINT en el portal Research Square bajo el título de “Eficacia y seguridad de la Ivermectina para el tratamiento y profilaxis en la pandemia del COVID-19”. ¿Recuerdan lo que les expliqué en videos previos sobre los preprints? Son artículos que no han pasado por el proceso de revisión por pares… y como les he dicho antes, este tipo de artículos hay que tomarlos con reservas.

A pesar de ser un preprint, se volvió popular por estar basado supuestamente en un “ensayo clínico controlado y aleatorizado”. Elgazzar había reclutado a 400 pacientes con COVID-19 y 200 contactos cercanos, a quienes asignaron supuestamente al azar para darles Ivermectina o un placebo. Sus resultados eran sorprendentes: la Ivermectina podía reducir hasta en un 90% la mortalidad por COVID-19. El artículo había sido citado unas treinta veces… hasta que llegó a las manos de Jack Lawrence, un estudiante de maestría en Londres que tenía que hacer una tarea.

Lo primero que notó Jack era que la introducción era un plagio de otros artículos. También encontró algo muy extraño en los datos manejados por los autores egipcios: “Afirmaban que realizaron el estudio entre el 8 de junio y el 20 de septiembre de 2020; sin embargo, la mayoría de los pacientes que murieron fueron ingresados en el hospital y murieron antes del 8 de junio”. Estamos hablando de un problema ético, de datos falseados.

Jack contactó a un par de expertos: Gideon Meyerowitz-Katz y Nick Brown. El primero es un epidemiólogo australiano de la Universidad de Wollongong. El segundo, un analista de datos de la Universidad de Linnaeus (Suecia), ambos con experiencia en revisar artículos científicos y detectar errores. Tras analizar el caso, encontraron más vacíos y más graves.

Brown, explicó para The Guardian uno de los más inquietantes: “El error principal es que al menos 79 de los registros de pacientes son clones obvios de otros registros. Es difícil explicarlo como un error inocente, especialmente porque los clones ni siquiera son copias puras”.

Meyerowitz-Katz concluyó que lo que tenía ante sus ojos le mostraba datos “totalmente falsos”, y aclaró también para The Guardian “Debido a que el estudio de Elgazzar es tan grande y tan enormemente positivo, sesga enormemente la evidencia a favor de la Ivermectina. Si se elimina este estudio de la literatura científica… la mayoría de los metanálisis que han encontrado resultados positivos tendrán sus conclusiones completamente opuestas”. De hecho esto exactamente,ya se evaluó confirmando la predicción: si se repite el análisis estadístico excluyendo los datos falseados de Elgazzar, la ivermectina no tiene ningún efecto como tratamiento contra el COVID.

Otro investigador, Kyle Sheldrick, investigador de Sydney, identificó que los números de la desviación estándar reportados en el artículo egipcio eran imposibles según los datos. Lo que significaba que no se había calculado sino fabricado. También identificó datos duplicados de pacientes fallecidos.

Al alertar a Research Square de sus hallazgos, el artículo se retiró y el sitio web ahora avisa que el tema se encuentra en investigación. 

Estas prácticas fraudulentas han tenido efectos en el mundo real. Los centros de control de intoxicaciones están viendo un aumento alarmante de las llamadas de personas que se automedican con ivermectina.

Según el Sistema Nacional de Datos sobre Intoxicaciones (NPDS), que recoge información de los 55 centros de control de intoxicaciones de Estados Unidos, se ha producido un aumento del 245% en los casos de exposición notificados de julio a agosto de este año.

Mientras tanto, los servicios de urgencias de todo el ese mismo país están atendiendo a más pacientes que han tomado el medicamento. La mayoría de los pacientes tienen una sobredosis de una versión del fármaco formulada para tratar los parásitos de las vacas y los caballos.

Los procesos de la ciencia no son perfectos pero sí perfectibles.

En muchas ocasiones se cometen errores honestos, muchos de esos errores deberían ser identificados durante el proceso de revisión de pares aunque como en este último caso, a veces las personas se dejan llevar por preprints que no han tenido esta revisión.

También hay casos en los que a pesar de la revisión de pares, un artículo con errores se puede colar y ser publicado en una revista científica. Aún en esos casos, es posible que si se encuentra un error grave en la metodología o veracidad de la información, los artículos sean retirados con una notificación pública.

Los mismos procesos de la ciencia deben mejorar con el tiempo, por eso es que por ejemplo existe el movimiento de ciencia abierta, que busca hacer que tanto la investigación científica: publicaciones, datos, software, etc., como su difusión sean accesibles a todos los niveles de una sociedad, sean investigadores, aficionados o profesionales.

Como dijera en algún momento Deer: «La valentía en la ciencia no consiste en demostrar que tienes la razón, sino en tus esfuerzos por demostrar que estás equivocado».

…y yo agregaría: Valentía en la ciencia, también es la humildad de aceptar cuando algo que creímos verdadero es refutado.

Referencias

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Imágenes

Brian Deer By Lourenço Veado – Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=98340555

Open Science by G.emmerich – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=28801891

Dr. Richard Horton | Editor-in-Chief, The Lancet; and Chair,… | Flickr

Andrew Wakefield by De Blado?? – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=79443805

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